La gente piensa que por el hecho de comprar un juguete sexual en una tienda, éste ya cuenta con las aprobaciones de salud necesarios, lo que causa aún más desinformación e ignorancia acerca de los juguetes tóxicos. Para ellos es casi imposible pensar que un producto comprado en tienda podría ser peligroso a mediano o largo plazo.
Si se va a permitir que los juguetes sexuales sigan fabricándose o importándose a pesar de contener Ftalatos, entonces debería prohibirse la venta de cualquier juguete sexual que no contenga etiquetado, indicando los ingredientes y los datos del fabricante, y debería obligarse a los fabricantes a poner en el empaque la leyenda “Este producto puede causar daños a la salud si no se usa con preservativo”
Los productos anteriores, por su naturaleza y su uso, son susceptibles de ocasionar daños en las personas, y deberían indicar en sus envases, etiquetas o envoltorios, en forma destacada y en idioma nacional, las precauciones o cuidados que se deberán observar a fin de preservarse del daño que puedan originar. Según se establece en la Resolución 100/83 de la Ley de Etiquetado de la Secretaría de Comercio Lealtad Comercial.
A la gente no se le debe prohibir la compra o uso de juguetes sexuales, pero si se les debe informar para elijan un producto sano pero caro, o uno tóxico pero barato.
En Argentina hay una gran desinformación acerca de las sustancias con las que se hacen los juguetes sexuales, si tan sólo se supiera cómo se fabrican y que les ponen nuestros hermanos fabricantes, sin lugar a duda jamás volvería a usarlos.
Que estamos esperando para prohibir el uso de esta sustancia en los juguetes sexuales? A que se incrementen las enfermedades crónicas? A que alguien muera con un consolador adentro y los forenses determinen que la causa fueron los ftalatos? No debe faltar mucho para esto ya que según las ventas del año 2009 se vendieron en nuestro país más de medio millón de juguetes sexuales.
O será que como buenas sociedades latinoamericanas, estamos esperando a tapar el pozo cuando se ahogue el niño, como reza el dicho.